Cada día más leo en los periódicos, en noticias, notas, artículos e incluso en vídeos de YouTube que el consumo de carne en el mundo se está incrementando y que, incluso a los niveles actuales de consumo, supone un importante y más que considerable problema para el mundo. Todo ello es debido a las grandes emisiones que generan los animales (concretamente las vacas), las cuáles han llegado a ser demonizadas por los gases de efecto invernadero que emiten (CH4 y CO2) en grandes cantidades, sin contar además con la cantidad de recursos que necesitan para ser producidas dichas cantidades de carne. Por ello, que muchos expertos, influencers y figuras públicas en general tratan de abrir los ojos y mostrar las virtudes y ventajas de pasarnos a un modelo basado en la dieta vegetariana e incluso vegana.

Pequeña aclaración: existen distintos modelos de dieta vegetariana/vegana. Flexivegetarianos, los cuáles no consumen carne la mayor parte del tiempo aunque no se niegan, los vegetarianos, que no consumen carne pero sí productos de origen animal como huevos o leche y veganos, los cuáles no consumen ningún tipo de alimento de origen animal. Dentro de estos grupos, existen distintos tipos, en los cuáles no voy a entrar en este artículo, así como las motivaciones de cada uno de ellos, ya que es una cuestión personal y no es el objeto de la reflexión y análisis que voy a hacer a continuación.

No voy a negar que la cantidad de carne que se consume en el mundo desarrollado, más de 90 kg en algunos países, por año y persona como Estados Unidos o Israel, o los 50 kg que consumimos en España, son demasiados, teniendo en cuenta la cantidad que es en total y los efectos negativos que esta cantidad de carne tienen en el medio ambiente y también en nuestra salud. Estudios ya han demostrado en contadas ocasiones que una dieta poco equilibrada basada en las proteínas animales puede resultar en problemas (…)

Sin embargo, esos mismos estudios también ponen de manifiesto que el consumo de proteínas exclusivamente vegetales tampoco es la mejor opción. Es evidente que hace falta un cambio en la forma de producir (y también de consumir) la carne, y pero no todo se puede arreglar con un “dejo de hacerlo”, lo cuál equivaldría a cerrar los ojos a la realidad y meter la cabeza bajo tierra.

Hagamos unos números para que veáis que una dieta exclusivamente vegana (100% vegetal), sin ningún tipo de fuente animal, no resulta beneficiosa para el ambiente (también).

Una dieta adecuada, sólo teniendo en cuenta calorías que tienen que ser consumidas en un día, con una actividad media, para una persona media, tiene que aportar 2000 kcal (en ciertos casos hasta 2500 kcal). Si tuviéramos que alimentarnos solo con vegetales la cantidad a ingerir diariamente tendría que ser de casi 6 kg, teniendo en cuenta las kcal que aportan distintos vegetales, creando una dieta equilibrada en platos, combinando con cereales y productos con almidón como la patata. Con la dieta actual, el consumo de alimentos diario es de menos de 2 kg de comida. Dicho de otra forma, tendríamos que comer como “vacas” ya que el alimento tendría tan poca cantidad de calorías que sería necesario digerir mucho para la misma energía. Si llevamos estos números a superficie, el espacio necesario para que todo el mundo (contando con que fuera un mundo ideal, sin hambre ni desigualdad), equivaldría a 0.24 hectáreas por persona (ahora necesitamos 0.4 ha, casi el doble). Cierto es que la cantidad de espacio que se necesita actualmente es mayor ya que los animales, por ejemplo, no solo requieren el espacio propio para vivir, sino el necesario para ser alimentados, pero si pasamos a ver esta información en valores de CO2 equivalente, la historia cambia. La huella de carbono de una persona con una dieta exclusivamente vegana sería de 4.5 tn de CO2 al año (aproximadamente) mientras que para una dieta equilibrada sería de 5 tn de CO2 por año. La diferencia es mínima ya que los hábitos de consumo de una persona sólo suponen un 25% de sus emisiones, y el cambio de dieta no tiene demasiado efecto.

Siguen sin salir los números… La dieta vegana gana por espacio y por huella de carbono. Pero la pregunta que había planteado inicialmente no era si es mejor para el planeta o no (que también la quiero responder) sino si sería posible (y sostenible). Hay que tener en cuenta otros factores como es el cambio climático, que ya sea por nuestra mano o por los propios cambios de la naturaleza, se está produciendo y cobrará más fuerza en años venideros, y estos cambios, entre otras cosas, reducirán las tierras cultivables del mundo, la productividad de éstas y la forma en la que los gobiernos las trataran. Dicho de otra forma, es posible que haya espacio y recursos suficientes para que todos podamos seguir una dieta vegana pero ¿será posible hacerlo donde el consumo es mayor? ¿Disponen todos los países del espacio necesario para suplir la demanda de alimentos actual, futura, en forma de dieta “convencional”, “vegana” o “alternativa”?

Imagen destacada: http://www.laeconomiadeltoro.wordpress.com/2015/12/10/el-argentino-que-destrozo-los-argumentos-del-mundo-vegano/