En este post quiero hacer una reflexión basándome en una película (Tomorrowland) y un libro (Estado de miedo, de Michael Crichton), sobre como los medios de comunicación y nuestra actitud hacia las noticias y la información negativa, afectan a nuestra capacidad de razonar y actuar frente a los problemas que nos presentan.

Antes que nada os hago un pequeño resumen de ambas para poneros en situación.

Tomorrowland, película de Disney, protagonizada por Britt Robertson y George Clooney y rodada, entre otros sitios, en el Museo de las Artes y las Ciencias de Valencia, nos cuenta la historia de una adolescente que se encuentra con un pin, de forma “accidental” que cuando lo toca le lleva a un mundo paralelo completamente nuevo para ella, conocido como Tomorrowland. Ella es una idealista, ve lo mejor de cada momento y busca una solución a cualquier problema. El “destino” la lleva a conocer a Frank (Clooney), un ingeniero, que vive encerrado en su casa y que tiene un reloj que marca el final del mundo. Cuando ella llega, comprueba que el reloj ha retrasado su hora y que ella es la clave. Las pantallas que hay junto con el reloj muestran imágenes de catástrofes naturales, caos en general, problemas por todo el mundo. Cuanto ella más se resiste a creer que eso pueda pasar o está pasando más retrocede el reloj y las imágenes cambian. En resumen, hacia el final de la película nos muestran que el villano de la película muestra a través de un sistema de conexión futuro-presente imágenes de un futuro negro, catastrófico, sin esperanza y cuando la gente lo ve no hacen otra cosa que resignarse ante lo que consideran inevitable. Dicho de otra forma, no buscan una solución, una salida, emerger a la superficie y ver la luz, sino que se conforman con lo que venga, sintiendo miedo y dejándose arrastrar por él.

Algo así ocurre en la novela de Estado de miedo, donde la historia se centra en unos “terroristas” que buscan crear el miedo y la confusión, además de llamar la atención sobre los problemas ambientales relacionados con el cambio climático, de forma no accidental, de forma que la gente siente miedo al verlo. Sin embargo, la reacción no es la esperada ya que los gobiernos, quiénes tienen que dar los primeros pasos, no responden como se espera, sino con alarma, caos y desorden que solo hace que acrecentar la falta de respuesta ante los problemas.

Ambas historias tienen un nexo común y es la falta de acción y el miedo que se genera en la sociedad, el mayor responsable de cualquier cambio a nivel global, que queda bloqueado por este miedo, insuflado desde las sombras y que deja el cerebro indispuesto para buscar la respuesta.

En nuestro mundo, el real, siento que ocurre algo parecido a lo que ocurre en la película y la novela, siendo ambas de ficción, me parecen muy reales y cercanas a lo que estamos viviendo. Nos hemos resignado a que nuestro destino es mal vivir o sobrevivir con lo que se nos viene encima y sin embargo, no nos hemos parado a pensar que se puede hacer algo, siempre se podrá, en mayor o menor medida, para frenar el cambio, paliar sus efectos o simplemente evitar que nos afecte en la medida que las predicciones nos dicen que nos afectarán. Porque siempre hay solución. Aunque la naturaleza es sabia, eso nunca lo voy a negar, y no podemos imponernos a ella, sí que podemos encontrar la forma de convivir con ella, de cambiar nuestra forma de pensar, de vivir y de relacionarnos con ella, siendo simplemente un poco más idealistas como Cassey, o como lo fue Frank (de Tomorrowland).